"Porque sabemos, que si la casa terrestre de nuestra habitación se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos." 2 Corintios 5:1.
El propietario del alojamiento que durante mucho años, ha avisado que él no contribuirá ni con poco ni con mucho para reparaciones. Se me ha notificado que esté preparado para marcharme. Al principio, esto no fué una noticia muy placentera. Los alrededores de por aquí son muy agradables, y sino fuese por las señales de ruina con que amenaza el edificio, consideraría la casa lo suficientemente buena para vivir. Pero aún un viento ligero haría que la casa temblase y se tambalease y todos los puntales que se le pusiesen serían insuficientes para asegurarla. Así es, que estoy preparando para mudarme.
Es una cosa extraordinaria la prontitud con que el interés de uno se cambia hacia la nueva vivienda. He estado consultando mapas del nuevo distrito y leyendo descripciones acerca de sus habitantes. Una persona que lo visitó y ha regresado, me ha dicho que su belleza es tan grande, que no es posible describirla. Dice, que con el fín de hacer allí una cierta inversión, ha tenido que sufrir la pérdida de todas las cosas que aquí poseía, y que se regocija en lo que otros llamarían un sacrificio. Otro amigo, cuyo cariño hacia mí me lo ha probado con la mayor de las pruebas, ahora está allí. Me ha enviado varios racimos de los frutos más deliciosos que por allí se crían. Después de probarlos, todo el alimento de por aquí me parece insípido.
He bajado dos o tres veces por los bordes del río que forman la linde, y he sentido el deseo de encontrarme en la compañía de aquellos que cantaban alabanzas al Rey por el otro lado. Muchos de mis amigos se han marchado allí. Antes de partir hablaron de que yo iría más tarde. He visto la sonrisa en sus rostros al perderlos de vista. Frecuentemente se me pide que haga aquí nuevas inversiones, pero la respuesta que siempre. doy es ésta, "me estoy preparando para mudarme." -Ilustración de la mudanza al cielo.
Las palabras que con cierta frecuencia estuvieron en los labios de Jesús durante Sus últimos días, expresan vivamente la idea de "ir al Padre." Nosotros que también somos de Cristo. tenemos la visión de algo que está más allá de las dificultades y contrariedades de esta vida. Estamos viajando hacia un cumplimiento, una terminación, una extensión de la vida. Nosotros también "vamos al Padre." Referente a nuestra casa de campo hay mucho que es bastante oscuro, pero hay dos cosas muy claras. Que es una casa, "la casa del Padre." Que es la presencia más próxima del Señor. Todos somos viajeros, pero el creyente lo sabe y lo acepta. El es un viajero, y no un poblador. R. C. Gillie.
1 Juan 2: 15- 17 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
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