"Y la paz de Dios que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús." Filipenses 4:7.
Hay lo que se llama "el almohadón de la mar." Debajo de la superficie que es agitada por las tormentas y llevada de un lado para otro por los vientos, hay una parte de mar que nunca es perturbada. Cuando rastreamos el fondo y sacamos los residuos de la vida animal y vegetal, encontramos que muestran señales de no haber sido agitadas lo más mínimo durante centenares y miles de años. La paz de Dios es aquella calma eterna que como el almohadón de la mar, se encuentra demasiado profunda para poder ser alcanzada por cualquier aflicción y perturbación; y el que entra en la presencia de Dios, se convierte en un participador de aquella paz apacible que jamás puede perturbarse.-Dr. A. T. Pierson.
Juan 14:27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
Salmo 32:3 y 4 Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. 4 Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah
Salmo 62:1 En Dios solamente está acallada mi alma; De él viene mi salvación.
Salmo 139:23 y 24 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; 24 Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.
Salmo 51:1-4; 6-7; 10- 13 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. 2 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. 3 Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. 4 Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. 6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. 7 Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve.10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. 11 No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu. 12 Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente. 13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti.
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