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martes, 16 de diciembre de 2025

La oración, un camino con Dios.



 "Y estaba allí también Ana, profetiza, que no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones." Lucas 2:36, 37.

No hay duda alguna que orando aprendemos a orar y cuanto más oramos, con más frecuencia podemos orar y mejor oramos. El que sólo ora de tarde en tarde nunca puede alcanzar aquel estado valioso de la oración fervorosa.

Tenemos a nuestro alcance un gran poder en la oración, pero tenemos que trabajar para obtenerlo. No imaginemos jamás que Abraham hubiese podido interceder por Sodoma con tanto éxito, si durante todo el tiempo de su vida no hubiese estado constantemente en comunión con Dios.

Toda la noche que Jacob pasó en Peniel no fué la primera ocasión en que él encontró a su Dios. Aún podemos mirar a la oración más selecta y maravillosa de nuestro Señor con sus discípulos antes de Su Pasión, como la flor y fruto de Sus muchas noches de devoción y de la mucha frecuencia con que se levantó antes del amanecer para orar.

Si una persona sueña que va a llegar a ser tan poderosa como desee en la oración, sin esfuerzo, piensa muy equivocadamente. La oración de Elias que cerró el cielo y después abrió las puertas de sus aguas, fué una de las largas series de oraciones con que Elías suplicó al Señor. No olvidemos que la perseverancia en la oración es necesaria para prevalecer orando.

Aquellos grandes intercesores a quienes no se les nombra con la frecuencia que se debe en relación con los mártires, no obstante fueron los mayores bienhechores de la iglesia; pero el llegar a ser tal clase de canales de la misericordia para los hombres, lo consiguieron permaneciendo en el lugar de la oración. Para orar, tenemos que orar, y continuar en oración para que continúen nuestras oraciones.-C. H. Spurgeon.

"Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu en verdad está pronto, mas la carne débil." Mateo 26:41.

Eclesiastés 3:14-15 He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres. 15 Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.

2 Pedro 1:3-8 Partícipes de la naturaleza divina

3 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; 5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.

Hebreos 4:16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.


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