Claro que en algún punto tuvimos el ser invadidos por sentimientos parecidos o iguales a los del salmista al ver a quienes le arrebatan la vida a alguien, desde dándoles muerte física como también difamando, pero Dios nos hace reflexionar en la necesidad que tiene quien hace eso, para ser libre de la condenación del justo juicio del Juez Justo por excelencia, a la hora de recibir cada uno la paga a sus obras.
Tener la misma misericordia que tuvieron con nosotros, como el Samaritano que Jesús nos enseñó, no le importo la historia del herido, no le intereso los detalles del suceso, solo vió la necesidad de salvación. Así debemos mirar a los que nos rodean, desde el corazón de Dios.
Pero también considerar que en medio de todo eso Dios tiene una enseñanza personal para la vida del que transita estas situaciones, desnudarle el corazón ante sus propios ojos y mostrarle hasta donde le confía su vida, reconociendolo soberano y en el tiempo de perdida sigue adorando. En vez de queja tener la disposición de ir a su presencia a oír y aprender.
Seguramente seremos ampliamente beneficiados por todo lo que vivimos y creceremos en gracia y conocimiento. ¡Buena jornada!
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