Cuando recordamos las palabras escritas para nuestra enseñanza entre ellas resuenan... No se ponga el sol sobre vuestro enojo; o la que nos dice: porque no tenemos lucha contra sangre y carne. Entender que estamos en un mundo gobernado por los deseos desenfrenados, las mentiras que encubren, la extrema soberbia, el orgullo desmedido y como si fuera poco todo eso, un egoísmo que hace que cada quien olvide que nadie puede solo, se hiere, se lastima, se abusa de la confianza, se traiciona la confianza como si no fuera nada.
Y en medio de todo este tumulto de situaciones engendradas en la maldad y dadas a luz en la indiferencia por el otro, el Santo Espíritu de Dios nos invita a acercarnos a la fuente de todo bien para traer sanidad, bálsamo, quietud y descanso al corazón y la mente que se acerca al trono de la gracia para hallar oportuno socorro, no dejemos pasar el tiempo como para que ese dolor, esa angustia, esa tristeza o ese enojo eche raíces en nuestra alma, no dejemos que cale hondo, extirpemos ese cáncer espiritual que lleva a la separación eterna de Dios, ¡Él nos esta llamando para hacernos libres!
Dios es nuestro sanador. Bendiciones.
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