Desde el comienzo Dios ha dotado al ser humano con el poder de elegir, de determinar que camino seguir, que elección tendrá en cada situación que se le presente y así definir su transitar por esta vida. Claro está que nos enseña e instruye que cada una de ellas traerá sus resultados, la ley de la siembra y la cosecha.
Un dicho popular reza, que no se esperan ni se recogen peras del olmo. Bien gráfico.
Jesús nos habla del gran amor del Padre y nos pone a relucir la maldad instalada en los corazones de muchos... la luz vino al mundo pero los seres humanos amaron mas las tinieblas que la luz. Cuantas veces se rechaza el conocimiento que Dios pone a nuestra disposición y se prefiere, "probar", "experimentar", "tener los propios errores", "aprender a la manera de uno" y tantas otras expresiones que sacan a Dios de la ecuación, y ponen a cada individuo en riesgo de zozobra ante las tormentas de la vida, sin herramientas de salvataje.
Pero estos textos del devocional nos llevan a evaluar que estamos amando al tomar esas decisiones desafortunadas sin Dios, considerar la cosecha de esto y reflexionar sobre volver a tener nuestra confianza y búsqueda de dirección en el sabio de los sabios, nuestro hacedor.
Solo el creador sabe que necesita su creación, cuando, como y lo apropiado.
Dios te guíe y al oír su voz sigas la dirección que Él traza desde su conocimiento absoluto.
Imprimir artículo
No hay comentarios:
Publicar un comentario