Podemos estar rodeados de plagas, físicas, morales o hasta espirituales, pero estas no serán sobre nuestras vidas las que determinen ruina, sino la posición que tomamos frente a ellas.Si somos pueblo de Dios, nación santa, real sacerdocio, hijos obedientes de un Dios omnisciente, omnipotente y omnipresente, veremos la diferencia que apreció el pueblo hebreo frente a la invasión de males que fueron la paga a la dureza del corazón. No son muy diferentes hoy día las plagas que nos rodean, la diferencia esta vez es que no fueron enviadas por Dios para corrección, sino que la dureza del corazón de esta humanidad han desatado ríos de sangre con la muerte de inocentes en los vientres de sus madres, vemos especies de traiciones que antes no ocurrían por dignidad y respeto. Padecemos molestias de soberbias reacciones generadas por la inmoralidad y el desenfreno del individualismo. Pero Alabado sea Dios que estamos a salvo bajo su protección, que no olvidemos que su mano nos libra y que estamos aquí en medio de todo esto, para ser testimonios vivos de un Dios verdadero y poder llevar su mensaje de reconciliación a cada ser devastado por estas plagas actuales, ¡Ésto es parte de ser un adorador! Dios bendiga tu vida con la manifestación de su presencia en tu andar... Gracias por acompañarnos.
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