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miércoles, 31 de agosto de 2022

Dureza de corazón.

 

No hay eternidad sin Dios, no hay cristianismo sin Cristo, ni vida nueva sin el Espíritu Santo. Hoy día se corre para todo, en el trabajo, en los quehaceres, en el cuidado del cuerpo, en los estudios, en los proyectos, y tantas veces se olvida el verdadero objetivo de la vida que es vivir. Se desentiende el ser humano de su alma y de su espíritu, solo vive por lo que ve, y hasta sin darse cuenta su corazón, sus sentimientos se van dañando, endureciendo, y en tantos casos mueren. Ni hablar de ese espíritu sufriente y debilitado que esta agonizando en medio de su necesidad de ser abrazado por su creador, sostenido y levantado por su redentor. Así muere la sensibilidad a un mas allá después de la vida, ya no se pregunta el ser humano que será de su eternidad porque se ha resumido a vivir el hoy. Claro que esto no solo repercute en su vida sino en todo su entorno, cae en un vacío espiritual que se convierte en un hoyo negro que arrastra a otros a esa oscuridad. 

Pero Bendito sea Dios que nos llama de las tinieblas a su luz admirable de ese vacío a la llenura de su mismo Espíritu.Hoy podemos revertir esa sequía, cambiarla por los ríos de agua viva que saltan para vida eterna, a una oración de distancia encontramos la plenitud de su vida a nuestra disposición, aun es tiempo de ser saciados y poder compartir a otros del gran amor de Dios. Él puede revertir cada sequedal y hacer un bosque en un desierto, el quiere hoy llenar tu vida de modo tal que puedas decir como el Apóstol Pablo aunque este hombre exterior se va desgastando el interior no obstante se renueva de día en día. Dios te llama a que experimentes la grandeza, profundidad, altura y anchura de su amor y veas que aun es posible alcanzar lo que parecía perdido.
Dios te bendiga.


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