David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. 1 Samuel 17:34.
Es una fuente de inspiración y fortaleza el conocer la gran confianza en Dios del joven David. Con su fé en Dios venció un león, un oso y derrotó al poderoso Goliat. El león que iba a despojar el ganado, vino como una gran oportunidad para David. Si él hubiese fracasado o sido débil, hubiese perdido la oportunidad de Dios para él y probablemente jamás hubiese llegado a ser el escogido de Dios, rey de Israel. "Y venía un león."
Uno no podría pensar que un león era una bendición especial de Dios, sino una ocasión de alarma. El león era la oportunidad de Dios disfrazada. Todas las dificultades que se nos presentan; si las recibimos como debemos, son oportunidades que Dios nos envía. Toda tentación que atravesamos es una oportunidad de ver como Dios envía siempre una salida.
Cuando viene el "león" debes reconocerlo como una oportunidad de Dios sin importarte su furiosa apariencia. El mismo tabernáculo de Dios estaba cubierto con pieles de tejón y pelos de cabra; uno no podía pensar que allí hubiese gloria alguna. La gloria de Dios era manifiesta bajo aquella clase de cubierta. Pidamos a Dios que abra nuestros ojos para que le veamos bien en las tentaciones, pruebas, peligros o desgracias, las identifiquemos, y nunca dejar de ser agradecidos.
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