No hay obra que salve, ni fidelidad forzada, como tampoco caminos rectos sin convicción. Pero ¿Qué es lo que produce todo esto en la vida de alguien? En primer lugar el reconocimiento de la existencia de Dios, el escritor de la epístola a los Hebreos, dice: ...es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Eso va a producir un acercamiento a Dios, con un objetivo claro: Buscarlo.
No una búsqueda que conlleve el solo deseo de ser beneficiado, sino la de experimentar la realidad de su existencia y la comprobación de su esencia. Dios ama a la humanidad desde antes de haberla creado, pero el ser humano no tiene en claro ese concepto más bien lo ve distorsionado, torcido de la verdad.
La pretensión innata de la humanidad es que Dios la ayude incondicionalmente, que la favorezca siempre y le consienta cada deseo, pero Dios no hará tal cosa, porque muchos de esos deseos no provienen ni ayudan a bien. lo vemos en la vida cotidiana, cuando a un pequeño se le da todo lo que quiere todo el tiempo, no llega a desarrollar el sentimiento del anhelo, no alimenta una esperanza, no espera alcanzar ese sueño por lo tanto cuando no obtenga lo que desea, tendrá un sentimiento de frustración, de ira, descontento y no sabrá manejar a perseverancia, el esfuerzo para obtener logros en su vida, esa conducta puede llevarlo a postergar muchas cosas en su vida de adulto. Cada situación no resuelta en su niñez marcará su vida adulta.
Es por esto que el consejo de Dios viene a nuestras vidas para bien formarnos en principios y fundamentos que consoliden nuestro accionar diario en desarrollo y crecimiento de una vida de provecho, porque Él nos ama profundamente y nos quiere formar para grandes cosas.
Dios guie tus pasos y tu corazón abrace sus consejos. Bendiciones
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