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viernes, 31 de octubre de 2025

Intercede por nosotros, conforme a Su voluntad.

"El Espíritu también ayuda a nuestra flaqueza: porque no sabemos orar como se debe; pero el Espíritu mismo hace intercesión por nosotros, con gemidos que no pueden explicarse con palabras. Mas él que escudriña los corazones sabe cuál sea la mente del Espíritu; pues él intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios." (Romanos 8:26, 27. VM)


Este es el misterio profundo de la oración. Este es el mecanismo delicado divino que las palabras no pueden interpretar y la teología no puede explicar, pero el creyente más humilde lo conoce aunque no puede comprenderlo.

¡Benditas son aquellas cargas que amamos el llevar, y los deseos inarticulados de nuestros corazones por aquellas cosas que no podemos comprender! Y no obstante, sabemos que son un eco procedente del trono y un susurro del corazón de Dios. A menudo es un gemido más bien que una canción, una carga más bien que un ala revoloteando. Pero es una carga bendita y es un gemido cuyo tono bajo es alabanza y un gozo inexplicable. Es "un gemido que no puede ser explicado." Nosotros no podríamos explicarlo siempre, y algunas veces lo único que entendemos es que Dios está orando en nosotros por algo que tiene necesidad de Su toque y que Él entiende.

Y así podemos derramar la plenitud de nuestro corazón, la carga de nuestro espíritu, la aflicción que nos oprime y saber que Él oye, Él ama, Él comprende, Él recibe; y Él separa de nuestras oraciones todo lo que es imperfecto, ignorante y equivocado, y presenta lo  restante con el incienso del Sumo Sacerdote arriba delante del trono; y nuestras oraciones son oídas, aceptadas y contestadas en Su nombre.




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