"¿Quien es esta que sube del desierto, recostada sobre su amado?" Cantares 8:5.
Cierta persona recibió una gran lección al asistir a un sermón de oración. Un hermano pidió al Señor por 'varias bendiciones, como tú y yo hacemos, y dió gracias por las muchas que había recibido, como tú y yo también hacemos, pero terminó con esta petición tan poco corriente: "Y oh, Señor, ayúdanos, sí ayúdanos Señor, en todos aquellos sitios en que nos recostamos." ¿Tiénes algunos lados en que recostarte? La oración de este hombre humilde, nos lo presenta de una forma nueva y nos muestra al Gran Ayudador también bajo una nueva luz. Él siempre camina al lado del Cristiano, dispuesto a extenderle Su brazo poderoso, para afirmar al débil, y dejarle que se recueste sobre Él.
Dulce comunión la que gozo ya
En los brazos de mi Salvador;
¡Qué gran bendición en su paz me dá!
¡Oh! yo siento en mí su tierno amor.
No hay que temer ni que desconfiar,
En los brazos de mi Salvador;
Por Su gran poder Él me guardará
De los lazos del engañador.
Libre, salvo, de cuidados 'Y temor
Libre de penas, salvo de dudas
En los brazos de mi Salvador.
(Himno "Dulce Comunión")
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