"Conforme a vuestra fe os sea hecho." (Mateo 9:29.)
Podemos decir, que la verdadera oración, es aquella que se hace con fe plena, y aún cuando se está orando, se llega a tener la certeza de que uno ha sido aceptado y oído. Dicha certeza es tal, que uno se dá " cuenta con gran anticipación de que va a recibir la cosa que pide.
Recordemos que no hay circunstancias terrenales que puedan impedir el cumplimiento de Su Palabra si miramos con firmeza a la inmutabilidad de esa Palabra, y no a la incertidumbre de este mundo variable.
Dios quiere que creamos Su Palabra sin ninguna otra prueba, y entonces Él está dispuesto a darnos "según nuestra fé."
Una ancla tenemos,
Que el túmido mar
Por mucho que ruja
No puede quebrar;
La dulce esperanza
Que infunde Jesús,
Legada en su muerte
De angustia en la cruz.
y cuanto más ruja
Tormenta cruel,
Más firmes cojamos
El cable de fé:
Que furia de vientos
Ni embates del mar,
Del puerto no pueden
La entrada vedar.
La oración en la era pentecostal de la Iglesia Cristiana, era semejante a un cheque firmado, endosado y escrito sobre un banco inquebrantable, presto a ser pagado en la moneda actual.
"Y dijo Dios . .. y fué así." Génesis 1:9
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