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viernes, 11 de julio de 2025

Espera con Paciencia

Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra. 1 Reyes 17:7

Semana tras semana, Elías observaba con un espíritu firme e inquebrantable aquel arroyo que se secaba. Muchas veces estuvo tentado a vacilar a causa de la incredulidad, pero rehusó el permitir que sus circunstancias se interpusiesen entre él y Dios. La incredulidad vé a Dios por medio de las circunstancias, como nosotros vemos algunas veces el sol separado de sus rayos a través del aire humeante; pero la fé pone a Dios entre ella misma y las circunstancias y las mira a través de Él. y así, el arroyo que se secaba, se convirtió en un hilo de plata, y el hilo de plata permaneció después en los charcos al pié de rocas enormes, y los charcos se encogieron. Los pájaros se fueron; los animales del campo y de la selva no volvieron a beber, el arroyo se había secado. Solamente entonces, a su sufrido y resuelto espíritu, "vino la palabra del Señor diciendo, Levántate, vete a Sarepta."

La mayor parte de nosotros nos hubiésemos cansado y desesperado planeando, mucho antes de que esto aconteciese. Nuestras canciones hubiesen cesado, tan pronto como hubiese disminuido el cuido musical del arroyuelo por las rocas en que se encontraba, y meciendo las arpas sobre los sauces, hubiésemos paseado de un lado para otro sobre la hierba seca pensando y cavilando. Y probablemente, mucho antes que el arroyo se hubiese secado, hubiésemos proyectado algún plan y pedido que Dios lo bendijese para empezar en alguna otra parte.

Dios nos saca de apuros con mucha frecuencia, porque su misericordia permanece para siempre; pero si tuviésemos paciencia para esperar hasta que El nos revelase Sus planes, no tendríamos necesidad de encontrarnos tantas veces en enmarañados laberintos, ni de tener que retroceder en muchas ocasiones avergonzados y con lágrimas en nuestros ojos.
Espera, espera con paciencia.






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