"No tenía mucha tierra." Mateo 13:5.
Poco profunda! Parece ser que de la enseñanza de esta parábola, podemos deducir que tenemos que hacer algo con el terreno. La simiente fructífera cayó en "corazones buenos y honestos." Supongo que las personas poco profundas en el conocimiento de Dios, representan el terreno que no tenía mucha tierra. Es decir, aquellas personas que no tienen un verdadero propósito, que son movidas por un llamamiento sensible, un buen sermón, una melodía sentimental, etc., y al principio parece ser que han recibido un gran beneficio y prometen; pero no tienen mucha tierra ninguna hondura, ninguna profundidad, intenciones honestas, ningún deseo ardiente de conocer el deber con el fin de cumplirlo. Cuidemos del terreno de nuestros corazones.
Cuando a un cierto soldado romano le dijo su guía, que si insistía en hacer un cierto viaje, probablemente sería fatal, él respondió, "Para mí es necesario el ir; pero para mí no es necesario el vivir."
Esto era profundidad. Cuando tenemos una convicción semejante a esa, entonces es cuando podremos hacer algo. La naturaleza poco profunda, vive de sus impulsos, impresiones, intuiciones, instintos, y sobre todo de la atmósfera que le rodea. El carácter profundo mira más allá de donde se encuentran estas cosas, se mueve firmemente, navegando, atraviesa las tormentas y nubes y pasa a la luz brillante del sol que siempre se encuentra al otro lado y espera al después, el cual siempre trae lo contrario de aflicción, de derrota aparente y fracaso.
Cuando Dios nos ha profundizado, entonces puede darnos Sus verdades profundas, Sus secretos más profundos y Su mayor confianza. ¡Señor, condúceme a las profundidades de tu vida, y líbrame de la experiencia superficial!
Juan 8:31 y 32 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Efesios 4:31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.
2 Corintios 7:1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
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