Somos influenciados por la gente con las cuales andamos. No siempre podemos elegir nuestros compañeros. En el trabajo o en el colegio estamos entremetidos con otros. Sin embargo, en cuanto sea posible, nos conviene elegir compañeros sabios.
Pero, ¿cómo sabemos si nuestros compañeros son sabios? Hace falta sabiduría para reconocer los sabios. Muchos piensan que alguien es sabio porque piensa como ellos. Tenemos la tendencia de andar con los que son parecidos a nosotros. Se dice que lo parecido atrae a lo parecido.
Debemos buscar sabiduría. La fuente mejor de encontrar sabiduría es la Palabra de Dios. No hay otro libro que ofrece tanta sabiduría. Dios también ofrece darnos sabiduría. Santiago 1:5 dice “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”.
Podemos aumentar nuestra sabiduría por estar rodeado por sabios. ¿Qué criterio tiene por elegir sus amigos? Los siguientes son algunos criterios comunes:
- Porque es rico.
- Porque es divertido.
- Porque tiene carisma.
- Porque me siento cómodo al estar con él o ella.
- Porque quiero aprender de él o ella porque es más sabio que yo.
Podemos identificar los sabios porque tienen éxito, porque tienen muchos amigos y porque tienen un anhelo de aumentar su conocimiento y sabiduría. Aprender de alguien no es aprovecharse de él. Puede ser que sí, si siempre estamos ocupando su tiempo haciéndole preguntas. Está bien hacer preguntas pero aprendemos mucho de otros por escucharles hablar y por observar su manera de ser.
Así que, el que anda con sabios es sabio, y a su vez, va aumentando su sabiduría. Jesús invitó a sus discípulos a llevar su yugo sobre ellos y aprender de él (Mateo11:29). Los discípulos aprendieron de Jesús por pasar tiempo con él.
No es siempre posible andar personalmente en amistad con los sabios. A veces ellos han escrito libros y podemos pasar tiempo con ellos por leer sus escritos. Puede ser que ellos no viven más pero todavía podemos aprender de ellos a través de sus libros. Uno de los famosos siervos del Señor del pasado era C. H. Spurgeon. Podemos aprender mucho de el, leyendo sus escritos.
Afortunado es aquel que tiene buenos amigos. Nunca los tenemos de sobra. Proverbios 17:17 dice “En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia”. Proverbios 2:20 dice que debemos andar por el camino de los buenos y justos. El Salmo 119:63 dice que debemos ser el compañero de los que teman a Dios y guardan sus mandamientos. El Salmo 1:1 dice “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado”.
Pobre de aquel que está rodeado por necios. Nos conviene hacer caso a estos consejos bíblico. “Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira” (Salmo 40:4). “Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis” (I Corintios 5:11). “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (I Corintios 15:33). “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” (II Corintios 6:14). “No seguirás a los muchos para hacer mal, ni responderás en litigio inclinándote a los más para hacer agravios” (Exodo 23:2)
Centro Cristiano Jesús la Forma de Vida. San Bernardo del tuyú
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