"Mi gracia es suficiente para tí." 2 Corintios 12:9, Versión Inglesa.
Fue la voluntad de Dios el llevarse a mi niño más pequeño bajo circunstancias de pruebas y aflicciones peculiares. Al dejar el cuerpo de mi pequeñito en el cementerio, y estando de camino para casa, sentí el deber de predicar a mi congregación sobre el significado de la prueba.
Al encontrar que este texto estaba en la lección para el Sábado siguiente, lo escogí como el mensaje de mi Maestro para ellos y para mí; pero al tratar de preparar las notas, hallé que honestamente no podía decir que aquellas palabras fuesen verdad; por consiguiente, me arrodillé y pedí a Dios que permitiese que su gracia fuese lo suficiente para mí. Durante mi súplica, abrí los ojos y vi un marco con un texto iluminado que mi madre me había dado hacía solamente unos días; y El cual pedí a mi criada que lo colgase en la pared. durante mi ausencia al ir a pasar mis vacaciones de donde Dios se llevó a nuestro pequeñito. Al volver a casa no noté el significado de las palabras del texto; pero al limpiarme los ojos y mirar, me encontré de frente con estas palabras, "Mi gracia es suficiente para tí."
El "es," estaba citado en un verde brillante, mientras que el "Mi" y "para tí" estaban pintados en otro color.
En un momento vino directamente aquel mensaje a mi alma como una reprensión, por ofrecer una oración como, "Señor, haz que Tu gracia sea suficiente para mí." La respuesta podía oírse casi como el sonido de una voz diciendo: "¿Por qué te atreves a pedir que sea, lo que ya es?" Dios no puede hacer que su gracia sea más suficiente de lo que ya la ha hecho. Levántate y créelo y encontrarás que es verdad, porque el Señor lo dice en la forma más simple: "Mi gracia es (no que será o puede ser) suficiente para tí."
Las palabras "mí," "es," y "para tí" fueron grabadas indeleblemente desde aquel momento en mi corazón, y gracias a Dios, desde aquel día hasta hoy, he tratado de vivir en la realidad de aquel mensaje.
La lección que yo recibí y quiero transmitir a otros, es, que nunca conviertas los hechos de Dios en esperanzas u oraciones, sino úsalos simplemente como realidades, y los hallarás tan poderosos como los crees.-H. W. Webb Peploe.
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