"Levántate, Aquillón y vén, Austro: Sopla mi huerto, despréndanse sus aromas." Cantares 4:16.
Piensa sobre el significado de esta oración por unos momentos. Su raíz está fundada en el hecho que, lo mismo que los colores deliciosos pueden permanecer escondidos en un árbol especiero, así también, los dones del Espíritu pueden estar sin ejercitarse en el corazón del Cristiano. Hay muchas personas que profesan el ser, pero de ellas no procede la fragancia del amor divino o de las obras piadosas. El mismo viento sopla sobre el cardo silvestre que sobre el árbol especiero, pero solamente uno de ellos exhala olores deliciosos.
Algunas veces, Dios envía grandes pruebas a sus hijos para desarrollar sus dones. Así como las antorchas arden más brillantes cuando se les mueve a uno y otro lado; así como la planta del enebro da un olor más agradable cuando se arroja a las llamas; así también las mejores cualidades de un Cristiano proceden del viento del sufrimiento y de la adversidad. Los corazones magullados a veces exhalan el perfume que a Dios le agrada percibir.
1 Pedro 1:6-9 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, 8 a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; 9 obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.
2 Corintios 1: 3- 7 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, 4 el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. 5 Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. 6 Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos. 7 Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación.
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