Radio En VIVO

jueves, 27 de marzo de 2025

La mirada en Jesús, paz y gozo.

 


27 de Marzo del 2025

"Porque tengo por cierto que lo que en estos tiempos se padece, no es de comparar con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada." Romanos 8:18.

Recientemente ocurrió un incidente muy notable en una boda en Inglaterra. Un joven rico y de una posición social muy elevada que a consecuencia de un accidente se había quedado ciego a los diez años de edad, y que a pesar de su ceguedad había ganado matrículas de honor en su carrera universitaria, también ganó el corazón de una bellísima novia aunque nunca había podido ver su cara. Un poco antes de su casamiento, se sometió a un tratamiento bajo la dirección de varios especialistas, y su culminación llegó el mismo día de su boda.

Por fin llegó el día tan deseado y los regalos y convidados. Entre los invitados había ministros del gobierno, generales, obispos y hombres y mujeres muy notables y famosos. El novio se vistió para la boda con sus ojos aún cubiertos con una venda, y marchó a la iglesia con su padre en automóvil. El famoso oculista que lo había estado curando los encontró en la oficina de la Iglesia.

La novia entró a la iglesia tomada del brazo con su padre. Dicho señor tenía cabello blanco y su vestido estaba adornado con los colores azules y cordones que correspondían a su vestimenta corno almirante de marina. Ella estaba tan emocionada que apenas podía hablar. ¿Vería su prometido al fin su cara tan admirada por otros y que él sólo conocía por la punta de sus delicados dedos?

Cuando ella se acercaba al altar, mientras el gentío que había en la iglesia se movía de una parte para otra, sus ojos se fijaron en un grupo algo extraño.

El padre estaba allí con su hijo. Delante del último se encontraba el gran oculista en el acto de cortar el último vendaje. El dió un paso hacia adelante con la incertidumbre espasmódica de una persona que no puede creer que está despierta. Un rayo de luz de color de rosa procedente de una de las vidrieras le dió en su rostro, pero parecía que no lo veía.

¿Vió algo? Sí. En un instante recobró la firmeza de su semblante, y con una dignidad y gozo que jamás se había visto antes en su rostro, marchó adelante para encontrar a su prometida. Se miraron a los ojos el uno al otro, y uno podía llegar a pensar que sus ojos jamás iban a apartarse del rostro de su prometida.

"¡por fin!" dijo ella. "¡Por fin!" repitió él, inclinando su cabeza. Aquella fué una escena de un gran poder dramático y sin duda alguna, de gran gozo, pero no es nada más que una mera sugestión de lo que actualmente sucede en el Cielo cuando el cristiano que ha estado caminando por este mundo de pruebas y aflicciones ve cara a cara, a su Señor y Salvador.

Que las vendas de un mundo que seduce con cosas superficiales y pasajeras caigan para que podamos ver la belleza del Amado. Contemplarlo a nuestro lado buscando nuestros ojos para vernos reflejados en los suyos, descubrir la paz de sabernos sostenidos por ÉL.

1 Juan 2:15-17 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Hebreos 12:1 y 2 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.


Imprimir artículo

No hay comentarios: