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miércoles, 15 de enero de 2025

Se apareció el Señor.

 


Enero 15

"y apareció Jehová a Isaac aquella noche." (Gén. 26:24.)

Apareció la misma noche, la noche en que fué a Beersheba. ¿Crées que esta revelación fué una casualidad? ¿Crées que el tiempo en que ocurrió también lo fué? ¿Crées que podría haber acontecido en otra cualquier noche lo mismo que en ésta? Si es así, has cometido una falta de gran gravedad. ¿Por qué le aconteció a Isaac en la noche en que llegó a Beer-Sheba? Porque fué en la noche en que halló descanso. En su antigua localidad había estado atormentado. Hubo una serie de riñas pequeñas sobre la posesión de ciertos pozos mezquinos. No hay molestias tan grandes como las pequeñas inquietudes, especialmente si existe una acumulación de ellas. Isaac se dió cuenta de ésto. Aún después de haber pasado la contienda, el lugar dejó un recuerdo desagradable. Él decidió marcharse. Buscó un cambio de escena. Él quitó su tienda del sitio en que tuvo lugar la contienda. Aquella misma noche tuvo la revelación. Dios le habló cuando no tenía ninguna tormenta interior. El no podía hablar cuando tenía la mente irritada. Su voz reclama el silencio del alma. Solamente en el silencio del espíritu fué como Isaac pudo oír el susurro de la voz de Dios. Su noche silenciosa, fué su noche estrellada.

Alma mía, ¿has pensado sobre las palabras. "Está quieto y conoce?" En la hora de la perturbación no puedes oír la contestación a tus oraciones.  Con cuánta frecuencia te ha parecido que la respuesta la has recibido mucho después! El corazón no obtiene respuesta en el momento de su clamor, de su trueno, de su temblor de tierra y de su fuego. Pero cuando cesa el clamor, cuando viene la calma, cuando tu mano deja de llamar en la puerta de hierro, cuando tu interés por las vidas de otros rompe la tragedia de la tuya, entonces aparece la respuesta tan retardada. Tú debes tener paz si quieres obtener el deseo de tu corazón. La pulsación de tus necesidades también deben de no alterarse. Esconde la tempestad de tu turbación personal detrás del altar de una tribulación común y esa misma noche el Señor se te aparecerá. El arco íris se extenderá por el lugar de la inundación calmada, y en tu quietud oirás la música eterna. -George Matheson.

"Las lecciones más grandes de la vida son las que aprendemos, no en los colegios ni en las universidades, sino en el silencio del alma, en la presencia de Dios."


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