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sábado, 4 de enero de 2025

Creo en Dios


Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. Juan 4:50.

Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá." Marcos 11 :24.

Cuando tengas un asunto que requiera oración definida, ora hasta que creas a Dios, hasta que con sinceridad en tus labios le des las gracias por la respuesta. Si la contestación tarda exteriormente, no ores de tal manera que se vea que es evidente que no crees en ello. Tal oración, en vez de una ayuda será un obstáculo y cuando termines de orar te encontrarás conque tu fé se ha perdido o debilitado. 

La urgencia que sientes en ofrecer esta clase de oración, procede. bien de tu "Yo" o de Satanás.

Puede ser que el mencionar dicho asunto varias veces en tus oraciones no sea equivocado, si El quiere que esperes, pero al hacer esto debes estar seguro de que lo haces con fé. No ores sin fé. Puedes decir a Dios que estás esperando y que aún le crees y que por lo tanto le alabas por la respuesta. No hay nada que afirme tanto la fé, como el estar tan seguro de la respuesta que puedes darle gracias a Dios por ella. Las oraciones que hacemos sin fé, niegan la promesa de Dios en Su Palabra y el susurro de Su "Si" que sentimos en nuestros corazones. Tales oraciones son la expresión de la inquietud del corazón, e inquetud implica incredulidad con referencia a la respuesta en la oración. "Porque los que hemos creído entramos en reposo." (Hebreos 4: 3.) 

Frecuentemente, la oración que oramos sin fé, proviene de fijar nuestros pensamientos en la dificultad mas bien (ue en la promesa de Dios. Abraham "no consideró su cuerpo," "él no dudó en la promesa de Dios." (Rom. 4:19; 20.) Velemos  y oremos para que na caigamos en la tentación de orar sin fé. 

Fé, no es un vestido, ni es vista, ni razón, sino confianza en la Palabra de Dios.

El principio de la inquietud es el fin de la fé, y el comienzo de la verdadera fé es el fin de la inquietud.

Nunca aprenderás fé en lugares cómodos. Dios nos da las promesas en tiempos de paz y sella nuestros pactos  palabras divinas y favorables. Después El vuela y espera para ver lo que creemos; entonces permite que venga Satanás y la prueba parece ser que contradice todo lo que El nos había dicho. En este estado es cuando la fé gana su corona, Es el tiempo de mirar a través de la tormenta y entre el grito de los marineros temblorosos y asustados, declarar: "Creo Dios, que será como se me había dicho."


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