Muchas veces nos adjudicamos habilidades, capacidades, talentos que poseemos como méritos personales. Nos vanagloriamos en los logros alcanzados y hasta elevamos la mirada por sobre el hombro a ver alguien que no comparte la visión desarrollada que alcanzamos. y allí es donde debemos recordar que Santiago escribió al respecto algo muy interesante para considerar y no pasar por alto: Todo lo bueno que hemos recibido, todo don perfecto que viene de arriba es de Dios, del Padre creador de los astros del cielo, en quien nunca hay cambio ni sombra. El salmista había entendido este principio básico, no ha nosotros la gloria, sino a la misericordia de Dios que nos dotó de todo esto para objetivos mas altos y productivos, con la finalidad de beneficiarnos todos como comuna. Lamentablemente el egoísmo, la soberbia y el orgullo echaron por tierra en una gran mayoría estos fundamentos. Pero bendito sea Dios que nos dió su verdad para guiarnos al diseño original y así revertir esta catástrofe y conducirnos a lo maravilloso que es ser familia suyos, hijos muy amados, con un carácter dócil pero firme, humilde pero centrado y manso pero astuto, para trabajar juntos por llegar a ser ese cuerpo bien ensamblado del que habla Pablo que funciona en beneficio de todos, para crecimiento y desarrollo, para lo terrenal y lo eterno, seamos iglesia, a la manera de Dios. Él nos proporciona TODO lo que necesitamos para ello.
Bendiciones.
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