LOS QUE BUSCAN, ENCUENTRAN A DIOS.
1 Pedro 3: 14 – 16
Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, 15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; 16 teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. (RVR1960)
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Orar con Confianza
Pidan, y se les dará; busquen, y hallaran; llamen, y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá (Mateo 7:7-8)
La oración es el recurso más poderoso que tenemos para producir cambios. Pero muchas veces nos sentimos inseguros en cuanto a nuestras peticiones al Señor.
Podemos orar con confianza cuando formamos parte de la familia de Dios (Jn 1.12). Al recibir a Jesús como nuestro Señor y Salvador, Dios se convierte en nuestro Padre celestial y, por tanto, escucha nuestras oraciones (1 Jn 5.14).
Además, podemos orar confiadamente si lo hacemos de acuerdo con la voluntad de Dios. Ciertas cosas no están en el plan de Dios, como la mentira, el engaño y las acciones impulsadas por el orgullo o la ira (vea Pr 6.16-19; Col 3.8). Asuntos insignificantes como los colores que usemos, o de sentido común como el uso del cinturón de seguridad, quedan a nuestra discreción. Pero ¿qué de los deseos que tenemos? Para conocer la voluntad de Dios, nuestro espíritu tiene que estar sometido a Él (Stg 4.7). Antes de recibir respuesta, debemos estar dispuestos a aceptar su plan, aunque eso implique renunciar a lo que deseamos.
Estudiemos la Biblia, donde la voluntad de Dios se revela por medio de mandamientos y principios. Segunda a Timoteo 3.16, 17 nos dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia . . .”
Debemos depender del Espíritu Santo para que nos ayude a orar de acuerdo con los propósitos del Señor (Ro 8.26). Has que tus oraciones tímidas se vuelvan valientes, alineándolas con la voluntad de Dios, y recuerda que Él quiere decirle “sí” a sus hijos.
Oremos:
Señor, protégeme aún del desánimo. Que siempre esté de primero en mi vida el encontrar espacios para servirte y amarte, para ayudar y bendecir a otros. Dame palabras de aliento y fortaleza y guíame siempre por el bien de Tus caminos. Amén.
Ministerio Jesús La forma de Vida
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