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viernes, 5 de octubre de 2018

LA LEY DEL SEÑOR ES PERFECTA.

Proverbios 27: 1 -3
1 No te jactes del día de mañana; Porque no sabes qué dará de sí el día.
2 Alábete el extraño, y no tu propia boca; El ajeno, y no los labios tuyos.
3 Pesada es la piedra, y la arena pesa; Mas la ira del necio es más pesada que ambas.

LA LEY DEL SEÑOR ES PERFECTA.

La ley del SEÑOR es perfecta, que restaura el alma; el testimonio del SEÑOR es seguro, que hace sabio al sencillo. (Salmos 19:7)
Si Cristo no hubiera llevado nuestra carga, todos estaríamos perdidos y en camino a la separación eterna de Dios. El Señor llevó nuestros pecados en la cruz para que vivamos haciendo el bien (1 P 2.24). Él dice a los cansados y oprimidos: “Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar” (Mt 11.28). Gracias a que nuestra salvación es resultado de que Cristo haya llevado nuestro pecado, Él es nuestro modelo perfecto.
Dios nos predestinó para ser conformados a la imagen de Cristo (Ro 8.29). Por eso sufrir al lado de quienes atraviesan pruebas está en nuestro ADN espiritual; es parte de ser un hijo de Dios. El sello distintivo de un cristiano es el Amor, y esto deber ser evidente en nuestra manera de tratar a los demás.
Pero llevar las cargas de otras personas es difícil, en particular cuando tenemos nuestras propias luchas y preocupaciones. Sin embargo, El apóstol Pablo, que enfrentó muchos obstáculos, continuó sirviendo a otros. Él dijo: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que les falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil 4.19). Eso significa que podemos solidarizarnos con otra persona en medio de las cargas, aun cuando tengamos la nuestra. La gracia de Dios es más que suficiente para ambos.
Dios nunca está demasiado ocupado para hacerse cargo de nuestras preocupaciones. Hay personas, hoy en día, que sufren en todo el mundo. El Señor sabe de qué manera tu puedes servir a alguien que necesite afecto. Pídele que te use como un bálsamo sanador para traer libertad a otra persona.
Oremos:
Señor, enséñame a no solo afirmar que dejo mis cargas en Ti, sino a realizarlo completamente. Enséñame a confiar profundamente y de corazón,  no en mi prudencia, sino en la tuya y en los planes de bien que guardas para mí. Amén.

Ministerio Jesús la forma de Vida


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