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miércoles, 10 de diciembre de 2025

Pagar el precio.



 "Si somos atribulados, es por vuestra consolación· y salud; la cual es obrada en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también' padecemos ... y nuestra esperanza de vosotros es firme; estando ciertos que como sois compañeros de las aflicciones, así también lo sois de la consolación." 2 Corintios 1:6,7.

Seguro que hay algunos entre vuestros amigos a quienes recurrís en tiempos de pruebas y aflicciones. Parece ser que ellos siempre pronuncian la palabra apropiada o dan el consejo que uno desea. Sin embargo, a veces uno no se dá cuenta del precio que ellos tuvieron que pagar antes de llegar a ser tan diestros en vendar las heridas y secar las lágrimas. Pero si uno investigara el pasado de su historia, encontraría que ellos son los que más han sufrido. Ellos han observado el destorcimiento lento de alguna cuerda de plata sobre la cual colgaba la lámpara de la vida. Ellos han visto la taza dorada de la alegría, destrozarse en sus piés y derramarse su contenido. Ellos han permanecido en las mareas descendentes y en las puestas del sol del mediodía; pero todo esto ha sido necesario para convertirlos en las nodrizas, los médicos y presbíteros de los hombres. Las cajas que vienen de climas extranjeros son muy toscas, pero contienen especies que perfuman el aire con la fragancia del Oriente. Así también, el sufrimiento es tosco y duro de sobrellevar; pero debajo de sí mismo, oculta disciplina, educación y posibilidades las cuales no solamente elevan nuestra nobleza, sino que nos perfeccionan para ayudar a otros. No te enojes, o impacientes o esperes con aspereza que pase el sufrimiento, sino saca de él todo cuanto puedas para ti y para servir a tu generación, según sea la voluntad de Dios.-Manantiales en el Desierto-

Hechos 14 22 confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.

2 Corintios 1: 3-7  Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, 4 el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. 5 Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. 6 Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos. 7 Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación.

Santiago 1: 2-4 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, 3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.



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