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lunes, 15 de septiembre de 2025

Soltando perfume de alabanza.



 "Soplad sobre mi jardín, para que se esparzan sus aromas." Cantares 4:16, Versión Moderna.

Algunas de las especies que se mencionan en este capítulo son enteramente sugestivas. El áloe era una especie amarga y nos habla de la dulzura de las cosas amargas, la dulce amargura, la cual tiene una aplicación especial que solo puede ser comprendida por aquellos que la han sentido. La mirra se usaba para embalsamar a los muertos y nos sugiere el morir para algo. Es la amabilidad y dulzura que entra en el corazón después que ha muerto a su obstinación, orgullo y pecado. Que encanto tan indecible resplandece alrededor de aquellos Cristianos que llevan sobre sus rostros purificados y sus espíritus melodiosos la impresión de la cruz, la evidencia sagrada de haber muerto a algo que en otra ocasión fué orgullo y vigor, pero que ahora ha sido colocado para siempre a los piés de Jesús. Es el encanto celestial de un espíritu quebrantado y un corazón contrito, la música que brota del tono menor, la dulzura que proviene del toque de la helada sobre el fruto maduro.

El incienso era la fragancia que salía a su contacto con el fuego. Era el polvo quemado que se levantó en nubes de dulzura del seno de las llamas. Esto nos habla del corazón cuya dulzura ha sido probada quizás por las llamas de aflicción, hasta que el lugar santo del alma se ha lIenado con nubes de alabanza y oración. Amados, ¿exteriorizamos la dulzura, amabilidad y amor de nuestros corazones, La Vida de Amor de Nuestro Señor?

1 Pedro 3:18 Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu.

Salmos 19:14 Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.

1 Corintios 15: 55-57 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 56 ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. 57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.



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