11 de Junio del 2025
"El siervo del Señor debe ser benigno." 2 Timoteo 2:24, Versión Inglesa.
Cuando Dios nos conquista y quita de nosotros toda la dureza de nuestra naturaleza, y obtenemos una visión profunda en el Espíritu de Jesús, entonces es cuando vemos, como jamás hemos visto, la extraordinaria grandeza de mansedumbre de espíritu en este universo oscuro y mundano.
Las gracias del Espíritu no se fijan en nosotros por casualidad, y si no discernimos y escogemos ciertos estados de gracia y los asimilamos en nuestros pensamientos, ellas nunca se afirmarán en nuestra naturaleza o conducta.
Cada paso que avanzamos en la gracia debe estar precedido, primeramente por una completa comprensión del mismo y después, por medio de la oración, debemos decidir el poseerla.
Son muy pocos los que están dispuestos a sobrellevar los sufrimientos que obran en nosotros la benignidad. Antes de convertirnos en mansedumbre, debemos morir y la crucifixión incluye el sufrimiento. Es un verdadero quebrantamiento y trituración de uno mismo, lo que exprime el corazón y conquista la mente.
Existe hoy día, una infinidad de santificación meramente mental y lógica, que no es otra cosa que una ficción religiosa. Consiste en colocarse uno mentalmente en el altar y en decir mentalmente que el altar santifica el don y de aquí deducir lógicamente que uno es santificado. Tales personas tratan las cosas profundas de Dios, de una forma jocosa e irreverente y con una charlatanería teológica.
Pero las fibras naturales del corazón no se han roto, y el pedernal Adámico no ha sido molido en polvo y el pecho no ha palpitado con aquellos tremendos suspiros de Gethsemaní, y no teniendo las marcas verdaderas del Calvario, no puede haber aquella vida, suave, dulce, gentil, victoriosa ,rebosante y triunfadora que fluye como una mañana de primavera, de una tumba vacía.-G. D. W.
"Y gran gracia había en todos ellos," (Hechos 4:33.)
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