El salmista reconociendo este principio, proclama su servicio a Dios, su confianza en la liberación que de él proviene, su mensaje alentador nos enfoca en la recompensa de ser como dijera el Apóstol Pedro en su segunda epístola, capítulo 5, versículos 6 y 7:
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
Que hoy podamos enfocarnos en estas enseñanzas y así cerrar círculos, etapas de nuestra vida, dar vuelta la página, sabiendo que el Señor trae esa liberación, porque el ha roto las cadenas, las prisiones, nos ha hecho libres,¡ Alabado sea su Nombre!
Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor. El que hace el mal pagará por su propia maldad, y en esto no hay favoritismos.
Tenes grandes promesas de Dios y un futuro glorioso en sus manos... Bendiciones.
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