10 de Febrero del 2025.
"No os venguéis vosotros mismos, amados míos; sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor" Romanos 12:19.
Hay tiempos en que el permanecer quietos requiere una fortaleza mucho mayor que el actuar. La quietud es frecuentemente el resultado más elevado de poder. A las calumnias más viles y mortales, Jesús respondió con un silencio tan profundo e inquebrantable que excitó la admiración del juez y de los espectadores. A los insultos más groseros, al tratamiento más cruel y a la burla que podía haber indignado aún al corazón más débil, Él respondió con una calma muda y complaciente. Aquellos que han sido acusados injustamente y han sido maltratados sin motivos, saben la fortaleza tan grande que es necesario poseer para guardar silencio a Dios.
Pablo dijo: "Ninguna de estas cosas me conmueve." Hechos 20:24, Versión Inglesa.
El no dijo, ninguna de estas cosas me hiere. El estar herido es una cosa enteramente diferentes al estar conmovido. Pablo tenía un corazón muy sensible. No leemos que ningún otro apóstol haya clamado como lo hizo Pablo. A un hombre fuerte le cuesta trabajo el clamar. Jesús lloró, y Él ha sido el Hombre más viril que ha existido. Así, que no dice, ninguna de estas cosas me han herido. Pero el apóstol estaba dispuesto a no cambiar en aquello que él consideraba recto y justo. El no contaba como nosotros estamos dispuestos a contar; él no se preocupó por la comodidad, a él no le preocupó esta vida mortal. El solamente se preocupó por una cosa, el ser leal a Cristo, el tener Su sonrisa. Para Pablo más que para ningún otro hombre, Su trabajo era salario, Su sonrisa era el Cielo. -Margaret Bottome.
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