"Y ellos le han vencido por la sangre del cordero y no han amado sus vidas hasta la muerte." (Apocalipsis 12:11.)
Cuando Jacobo y Juan acudieron a Jesucristo con su madre, para pedirle que les concediese el mejor sitio en el reino, Él no rechazó su petición, sino les dijo que se concedería si podían hacer Su trabajo, beber Su copa y ser bautizados con Su bautismo.
¿Queremos nosotros competir? Las cosas más elevadas Siempre están cercadas por las cosas más difíciles, y nosotros también encontraremos montañas, bosques y carrozas de hierro. La opresión, es el precio que hay que pagar por la coronación. Los arcos del triunfo no están siempre tejidos con capullos de rosas y cordones de seda, sino con señales sangrientas. Las mismas opresiones que hoy estás soportando en tu vida, te han sido enviadas por el Maestro, con el objeto de habilitarte para ganar tu corona.
No esperes a ninguna situación ideal, dificultad romántica o salida lejana; sino levántate y enfréntate con las circunstancias actuales que la providencia de Dios ha colocado hoy a tu alrededor. Tu corona de gloria permanece escondida en el mismísimo corazón de éstas cosas de esas aflicciones y pruebas que te están oprimiendo en ésta misma hora, semana y mes de tu vida. Las cosas peores, no son aquellas que el mundo conoce. En lo profundo de lo secreto de tu alma, hay una prueba pequeña, desconocida, e invisible excepto para Jesús, que tú no te atreverías a mencionar y que te cuesta más trabajo soportarla que el martirio. Allí, mi amado, está tu corona.
Que Dios te ayude a vencer para que al fin puedas ganar la corona; aunque recuerda que, no estamos en una constante competencia entre cristianos, pues no es una competencia. Pero recuerda que esa victoria no la obtendrás por tus propios méritos, ni tus capacidades, y/o habilidades, sino por medio de Cristo y de Su palabra, la cual nos fue dada a todos nosotros, por medio de las escrituras.
Imprimir artículo

No hay comentarios:
Publicar un comentario