Radio En VIVO

sábado, 11 de enero de 2020

La corrección de Dios y obediencia del hombre

¿Cuándo, por qué, y cómo nos disciplina Dios, cuando pecamos?


No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, Ni te fatigues de su corrección;Porque Jehová al que ama castiga, Como el padre al hijo a quien quiere.  Prov 3:11-12  (RVR1960)

La disciplina del Señor es un hecho con frecuencia ignorado en la vida de los creyentes. Frecuentemente lamentamos nuestras circunstancias sin darnos cuenta de que éstas son las consecuencias de nuestro propio pecado, y que son parte de la gracia y amorosa disciplina del Señor por ese pecado. Esta ignorancia ego-centrista puede contribuir a la formación de hábitos pecaminosos en la vida del creyente, incurriendo entonces en la necesidad de una disciplina aún mayor.

La disciplina no debe confundirse con un castigo emanado de la dureza del corazón. La disciplina del Señor es una respuesta de Su amor por nosotros, y Su deseo de que cada uno de nosotros sea santo. “No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de Su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere” (Prov 3:11-12; He 12:5-11). Dios usará pruebas, sufrimientos, y varios predicamentos para traernos arrepentidos, de regreso a Él. El resultado de esta disciplina es una fe reforzada, y una relación con Dios renovada (Stg 1:2-4), sin mencionar la destrucción del poder que ese pecado en particular tenía sobre nosotros.

La disciplina del Señor obra para nuestro propio bien, para que Él pueda ser glorificado en nuestras vidas. Él quiere que exhibamos vidas de santidad, vidas que reflejen la nueva naturaleza que Dios nos ha dado: “…como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como Aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque Yo soy santo” (1 Pe 1:14-16).

Es que la obediencia a nuestro Dios, siempre va a traer bendiciones a nuestras vidas, recordemos la vida de Naaman, este hombre leproso que se enoja tras el pedido de Elíseo  de que se zambullera 7 veces en el Jordán, cuando habían mejores aguas como las de Abana y Farfar, sin embargo, no fue su queja que lo sano, sino cuando fue obediente al mandato de Eliseo siervo de Dios.

OREMOS: Señor Jesús permitenos permanecer en tus mandatos, para que las bendiciones nos alcancen, aunque muchas veces no comprendemos, ayúdanos a ser obedientes y no rebeldes a tus instrucciones. Hoy danos testimonios que estando en tus caminos es muchísimo mejor. AMEN

Centro Cristiano Jesús la Forma de Vida- San Bernardo del Tuyú

Imprimir artículo

No hay comentarios: