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martes, 24 de septiembre de 2019

Salmo 88 - Dios, aun en el dolor!!

Este Salmo se lo considera como el más triste, desesperanzador y oscuro de todos.  Es el único en la Biblia atribuido directamente a Heman el ezraíta, hijo de Joel y nieto del profeta Samuel. Heman era visto como un hombre sabio y talentoso en la música, disponía de buena reputación por su excelente carácter y por venir de una buena familia. Sin embargo, a través de este salmo, Heman comparte con nosotros su intenso sufrimiento que atravesó desde la juventud por muchos años al punto de sentirse como un ´abandonado entre los muertos´(v5).

Cualquiera que haya sufrido de depresión crónica o la esté padeciendo, puede identificarse fácilmente con el grito de angustia y lamento del salmista. Heman no cesa de  clamar a Dios día y noche; una actitud muy similar a la adoptada por Job, quien a pesar de haber sufrido un prolongado sufrimiento, siguió clamando por su ayuda.
Este salmo, en comparación con otros, parece más deprimente y desesperanzador porque carece de alguna idea o imagen que traiga esperanza. En el caso del Rey David, varios salmos escritos por él demuestran que atravesó por períodos de depresión. Si bien David también volcaba su sufrimiento, dudas, y lamentos en sus escritos, él siempre terminaba aferrándose a las cualidades bondadosas de Dios, traducidas en un canto de alabanza y agradecimiento.

El Salmo 88 nos ayuda a sentirnos acompañados en esta lucha, identificándonos con los sentimientos de abandono y desolación de su autor. Nos enseña que no estamos solos en esto. Su caminar con Dios a través de esta enfermedad, en medio de tanta oscuridad, dolor y soledad, nos alienta a hacer lo mismo. A no bajar los brazos, a seguir esperando en el Señor y su sanación, quien nos asegura que "por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre." (Sal 91:14)

Mira esta bendita esperanza que tiene todo creyente: “El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado”, (Apocalipsis 21:4)

Todo lo que vivió este salmista y todo el dolor que pueda vivir un cristiano en su vida tiene un fin. Y no un fin desdichado sino un fin de gozo, pleno gozo como jamás hemos experimentado en este cuerpo mortal. Tenemos la esperanza viva que aguardamos la venida de nuestro Señor Jesucristo, y estaremos con él para siempre, disfrutando de él por la eternidad.

Este Salmo nos recuerda que:

  • Podemos ser justos en Cristo y sufrir.
  • Dios puede responder que NO a nuestra oración por sanidad.
  • En medio de ese dolor podemos alabar y glorificar a Dios.
  • Dios es soberano por sobre todas nuestras circunstancias.
  • Dios no ha dejado de ser fiel, misericordioso y justo.


A Dios sea toda la gloria, por Siempre.

Centro Cristiano Jesús la Forma de Vida- San Bernardo del Tuyú
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