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sábado, 27 de julio de 2019

Salmo 69. Un Grito de Angustia


“Sálvame, oh Dios, porque las aguas han entrado hasta el alma.”  .....que tremenda frase la del salmista, pero ¿Que Quiere decir esto? Esto parece ser a lo que nosotros decimos, el agua me está llegando al cuello.  El salmista se siente desesperado y exclama a Dios que le salve porque siente que se ahoga.
En mas de una oportunidad puede que nos hallamos sentido en esta misma situacion.
La NATURALEZA HUMANA de este gran salmista, vemos como lo llevo a un gran gito de angustia.Es ese sentimiento de arena movediza ó el sentimiento de estar en la mar y la corriente nos arrastra y no soy capaz de luchar contra ella y sé que no voy a poder resistir por mucho más tiempo.  Son momentos desesperantes, son sentimientos de soledad tan increíbles que lo que todos hacemos, luego de intentarlo todo, es ir y clamar a Dios.  El problema es que parece que no nos escucha, nos cansamos de esperar y llorar y no recibimos respuesta.  ¿Por qué Dios lo hace así?

Así que por eso entramos a la conversación con Dios donde le decimos que mire lo bueno que hemos hecho, y el ayuno y el tiempo de oración que hemos pasado para que nos compense, a cambio de lo ya hecho, con el sacarnos del problema y librarnos de nuestros enemigos.  Ahí es donde falla nuestra lógica.  No hay nada que podamos hacer para lavar nuestros pecados y justificarnos delante de Dios, sólo la gracia de Jesucristo mostrada en la cruz del Calvario lo puede hacer.  Eso no quita que deseemos con todo el corazón que se nos escuche, que se nos responda, que se nos saque del lodo y que se nos salve.  Pero tenemos que realizar que lo único que podemos hacer es venir a Cristo y dejar que su sangre derramada nos limpie de todo pecado y maldad y confiar que como hijos de Dios podemos acercarnos a nuestro Padre celestial, pedirle en oración y él hará.

Ante todo ese desespero y circunstancias, lo que podemos decir es lo que dijo el salmista: “Respóndeme, Jehová, porque benigna es tu misericordia; mírame conforme a la multitud de tus piedades.  No escondas de tu siervo tu rostro, porque estoy angustiado; apresúrate, óyeme.”  Solamente podemos clamar a Dios y confiar que en su momento el actuará a nuestro favor.  Nos gustaría que fuera más rápida su respuesta, pero él es el Omnipotente y no nosotros, así que tenemos que esperar en él.  Independientemente lo que suceda, debemos de alabar a Dios.  David dice: “Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza . .

 Alábenle los cielos y la tierra, los mares, y todo lo que se mueve en ellos.”  Hay esperanza en aquél que espera en Jehová.

Oremos: Dios gracias porque tu siempre nos escuchas, no permitas que nuestra propia humanidad nos lleve a la queja y al descontento, sino que siempre podamos mirar hacia tu misma presencia, que nos llevara seguro por el buen camino. Amén

Ministerio Jesús la Forma de Vida-
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