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miércoles, 14 de junio de 2017

Él nos eligió

La palabra de hoy:
Colosenses 1: 10-14  
Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
Efesios 6: 14-16
Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.

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La reflexion del dia:

“Pues Jehová no desamparará a su pueblo, por su grande nombre; porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo.” 1 Samuel 12: 22.


La elección de Dios de Su pueblo es la razón para que permanezca con ellos y no los desampare. Él los escogió por Su amor, y los ama por Su elección. Su propia voluntad es la fuente de Su elección, y Su elección es la razón de la continuidad de Su agrado en ellos. 
Sería una deshonra para Su grandioso nombre que los desamparara, pues mostraría, ya sea que cometió un error en Su elección, o que era voluble en Su amor. El amor de Dios tiene esta gloria: que nunca cambia, y Él nunca empañará esta gloria. Por todos los recuerdos de las anteriores misericordias del Señor, hemos de estar seguros de que no nos desamparará. Aquel que ha ido tan lejos para convertirnos en Su pueblo, no deshará la creación de Su gracia.

Él no ha obrado en nosotros tales maravillas para desampararnos después de todo. Su Hijo Jesús murió por nosotros, y podemos estar seguros de que no murió en vano. ¿Acaso podría abandonar a aquellos por quienes derramó Su sangre? Puesto que hasta aquí se ha agradado en elegirnos y en salvarnos, será Su complacencia bendecirnos todavía. 

Nuestro Señor Jesús no es un amante cambiante. Habiendo amado a los Suyos, los sigue amando hasta el fin.

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